El sobrepeso
y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que
puede ser perjudicial para la salud. El índice de masa corporal (IMC) es un
indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza
frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se
calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla
en metros (kg/m2).
La definición de la OMS es la siguiente:
- Un
IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
- Un
IMC igual o superior a 30 determina obesidad.
El IMC
proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población,
puesto que es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades.
Sin embargo, hay que considerarla a título indicativo porque es posible que no
se corresponda con el mismo nivel de grosor en diferentes personas.
El sobrepeso
y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el
mundo. Cada año fallecen por lo menos 2,8 millones de personas adultas como
consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, el 44% de la carga de
diabetes, el 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7% y el 41%
de la carga de algunos cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad.
En el plano
mundial, el sobrepeso y la obesidad están relacionados con un mayor número de
defunciones que la insuficiencia ponderal. Por ejemplo, el 65% de la población
mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas que
la insuficiencia ponderal (estos países incluyen a todos los de ingresos altos
y la mayoría de los de ingresos medianos).
La causa
fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre
calorías consumidas y gastadas. En el mundo, se ha producido:
- Un
aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos que son ricos en grasa,
sal y azúcares pero pobres en vitaminas, minerales y otros
micronutrientes, y
- Un
descenso en la actividad física como resultado de la naturaleza cada vez
más sedentaria de muchas formas de trabajo, de los nuevos modos de
desplazamiento y de una creciente urbanización.
A menudo los
cambios en los hábitos de alimentación y actividad física son consecuencia de
cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y de la falta de
políticas de apoyo en sectores como la salud; agricultura; transporte;
planeamiento urbano; medio ambiente; procesamiento, distribución y
comercialización de alimentos, y educación.(Pastor et al., 2007).
En la
comunidad científica, se acepta una clasificación de la obesidad en 4
categorías atendiendo a criterios relacionados con la distribución de los
depósitos de grasa:
- Obesidad
tipo I: caracterizada por el exceso de grasa corporal total sin que se
produzca una concentración específica de tejido adiposo, en alguna región
corporal.
- Obesidad
tipo II: caracterizada por el exceso de grasa subcutánea en la región
abdominal y del tronco (androide).
- La
obesidad tipo II tiene mayor incidencia en varones, y suele asociarse con
altos niveles de colesterol tipo LDL. Esta situación aumenta el riesgo de
aparición de alteraciones cardiovasculares y otras enfermedades asociadas.
- Obesidad
tipo III: caracterizada por el exceso de grasa víscera-abdominal.
- Obesidad
tipo IV: caracterizada por el exceso de grasa glúteo-femoral (ginóide).
- Obesidad
tipo IV es más común en mujeres, resultando fundamental atender a
situaciones críticas en las que se producen cambios determinantes en el
organismo, como el ciclo reproductivo o embarazos repetidos, ya que dichas
situaciones pueden favorecer un acumulo substancial de grasa en estos
depósitos.
El tipo de
obesidad con mayor incidencia en las distintas etapas de la vida de una persona
es el exógeno, ya que este tipo representa un 95% del total de casos
observados. Así mismo, la obesidad exógena está asociada directamente con la
incidencia de obesidad hiperplasia e hipertrófica en niños. Las células
adiposas aumentan en número, y son capaces de acumular una cantidad más elevada
de grasa, incrementando su tamaño normal. Es entre los 5 y 7 años, cuando los
niños adquieren mayor número de células adiposas.
También se
puede hablar de una obesidad endógena y exógena. La obesidad exógena se asocia
con la talla alta, edad ósea normal o aumentada, menarquía precoz y
frecuentemente con la historia de la obesidad familiar, corresponde a más del
95% de los casos.
La obesidad
endógena es causada por alteraciones metabólicas o endocrinas. Se asocia con
talla baja, retraso de la edad ósea y retraso en la aparición de
características sexuales secundarias. Corresponde a menos del 5% de los casos”.
“La obesidad mórbida es la de más alto riesgo a cualquier edad, y en el
adolescente se ha asociado como causa de muerte súbita. (Clara Rojas
Montenegro, 1999).